lunes, 17 de septiembre de 2012

Liliana Rodríguez y el vuelo de la improvisación


Alguna vez alguien dijo que al repentista le va la vida en su arte u oficio, en ese momento fugaz en el que se enfrenta ante el rigor de las palabras, sus nudos y conexiones. Es, sin dudas, el instante de prueba para los jóvenes y consagrados en la difícil carrera de conjugar poesía, rapidez y cadencia.

A todas esas exigencias, la tunera Liliana Rodríguez Peña les parece sonreír, siempre desde su condición de fémina participante de un género tradicionalmente liderado por los hombres.
Liliana parece poseer el don o esencia de la improvisación, y de esta forma sale victoriosa de sus presentaciones. Es esta la imagen que por estos días perdura entre los limonareños, asiduos a la Casa Naborí, centro promotor de la cultura campesina en Matanzas y organizador del Concurso Nacional de Jóvenes Improvisadores Francisco Pereira, Chanchito.
A este acudió, y no solo resultó la primera fémina concursante desde su creación en la década del noventa, sino que también se alzó con el primer lugar y el premio de la popularidad. Solo que la tunera no imaginaba llegar tan lejos en el mundo de la interpretación. Era cierto, de niña se le notaba el talento, pero nunca sospechó los resultados de hoy.
Desde el 2004 se inició en el repentismo al integrarse a los talleres del Centro Iberoamericano de la Décima, los que promueven y estimulan el género. “Comencé a improvisar en una aulita pequeña de mi pueblo, allá en Puerto Padre”, apunta a medias ante los cumplidos de los asistentes, amplios conocedores de la música y las tradiciones campesinas cubanas. “Continué en mi empeño y ahora ya veo los frutos”.
­—El público limonareño ve algo especial en ti a la hora de enfrentarte al reto poético. ¿Qué de nuevo hay en Liliana?
—No sé si hay algo en particular. En mí hay lo mismo que hay en todas las mujeres cubanas. Solo pienso que el poeta se hace con el dolor y el amor.
—Ahora mismo acabas de recibir dos premios por los que también optaban diez jóvenes finalistas. ¿Inicias de esta forma un camino para las féminas improvisadoras en el Chanchito Pereira?
—No creo que la pregunta se ajuste únicamente al mundo del repentismo. Sin embargo, cuando se habla de poesía no se hace desde la poesía de hombres o la de mujeres. La poesía es una y la décima, por tanto, también. Ambos, hombres y mujeres, tenemos la misma capacidad para sentir y decir.
Rodríguez Peña calificó a los limonareños como un excelente público. Y ante la interrogante de qué pasará en lo adelante con su aptitud poética, acotó que también escribe, cultiva otros géneros literarios, aunque desconoce por qué extraña razón el repentismo le llena el espíritu, “es algo que me sensibiliza totalmente”.
En la actualidad labora como una de las especialistas de la Casa de Cultura de su ciudad, y estudia simultáneamente la carrera de Ingeniería Industrial. “Algo inusual para un poeta”, dice y sonríe.

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