lunes, 24 de septiembre de 2012

Manuel Porto: “… y Fidel creyó en el sueño del Korimakao”



“… y Fidel creyó en nosotros, en un grupo de jóvenes y un viejo loco que estábamos durmiendo por aquí y por allá, para levantar una idea, una acción artística en el territorio más atrasado de Cuba antes de 1959, precisamente en el lugar donde vencimos a los mercenarios en abril de 1961”

En el poblado cenaguero de Pálpite se yergue la sede del Conjunto Artístico Comunitario Korimakao, institución que durante 20 años se ha propuesto llevarles a los lugareños un arte renovador, sin abandonar las esencias que identifican a la Ciénaga de Zapata y su gente.
Nació a partir de una propuesta del Comandante Faustino Pérez, al actor y director Manuel Porto. Hoy, sus dimensiones han desbordado aquella concepción inicial, y más que un proyecto, aclara Porto, es una institución cultural enclavada en medio del humedal matancero.
¿Satisface el Korimakao las expectativas de aquel proyecto inicial?
—El Korimakao ha ido más allá, apunta Porto, su director general. Faustino lo concibió como un movimiento artístico regional, es decir, solo a nivel de ciénaga. Él tenía el criterio, por el cual yo respondo desde mi condición de artista, de que un territorio no puede tener un grado de desarrollo económico y social verdadero sin que la creación artística juegue un papel importante.
Pensamos en un movimiento que llegase hasta el Central Australia, y sin lugar a dudas, era un propósito abarcador, si lo ubicamos en su contexto, en la propia década del noventa. Después, la vida nos demostró que podía ir un poco más allá.
Aquí, en nuestra institución, encontramos a los cenagueros pero también a jóvenes de todo el país, en quienes el sacrificio resulta el primer llamado, la renuncia a…,  para que otros reciban lo mejor desde el punto de vista artístico y humano.
En abril de 2001, Fidel visita al Korimakao, entonces una pequeña nave…
—En abril de 2001 nada de esto existía. Al visitarnos Fidel creyó en nuestro sueño, creyó en el sueño de Faustino y cómo nos habíamos enamorado, y cómo creíamos y soñábamos que podía ir un poco más allá. Creyó en nosotros, en un grupo de jóvenes y un viejo loco que estábamos durmiendo por aquí y por allá, para levantar una idea, una acción artística en el territorio más atrasado de Cuba antes de 1959, precisamente en el lugar donde vencimos a los mercenarios en 1961.
¿Cómo debe ser el Korimakao del futuro?
—Lo primero es que ya voy quedándole pequeño, cada día se vuelve más grande y mi salud impone cuidados. Nada, el Korimakao será como los jóvenes crean que deba ser el arte.
Solo les dejo premisas… mejorar el gusto, la apreciación de los seres humanos, continuar en la búsqueda y evolución de las propuestas, y muy particularmente crear en función del otro, no para satisfacción o goce de uno mismo. Si logramos a través del arte sensibilizar sobre los problemas más acuciantes para la humanidad, entonces el mundo será mejor.

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