lunes, 3 de diciembre de 2012

Bárbaro Pérez García, otro matancero enamorado del Béisbol


El béisbol es una pasión para casi todos los cubanos. Entre los apasionados, hay nombres que marcan su esplendor, entre ellos encontramos el del matancero Bárbaro Pérez García, quien desde su condición de activista ha participado en la formación de varias generaciones de profesionales
Bárbaro Pérez García es uno cubano como tantos, pues al igual que la inmensa mayoría de los habitantes de la Isla, confiesa que únicamente después del amor que profesa a su familia, ubica su sentir por el deporte nacional, el Béisbol.
Solo que este matancero ha dedicado la mayor parte de su vida a enseñar y promocionar el juego entre cientos de pequeños y jóvenes, muchos de ellos hoy glorias del deporte revolucionario cubano.
Es este uno de los rasgos que le identifica entre los apasionados, y por el que amigos y discípulos, entre ellos Félix Isasi, Rosique, el Curro Pérez (hijo), acudieron al homenaje que le propiciara el Museo provincial Palacio de Junco y la Dirección del INDER, ahora en sus ochenta años de vida.
Nació en la barriada de Pueblo Nuevo, tan solo a una cuadra del Palmar de Junco, el estadio en activo más antiguo del mundo, lugar en el que por vez primera se jugó el béisbol en Cuba de manera oficial y registrada por la prensa de la época.
Olga Lidia González y Faustino Gómez, ambos investigadores del Museo, apuntan en su reseña Un Matancero dedicado al deporte, que el pequeño Bárbaro tuvo que agenciarse alternativas para ver jugar a los grandes en el estadio matancero, ya que la entrada económica de su familia, era insuficiente para costear las entradas de los partidos.
 Entonces surgieron inventivas entre la muchachada del barrio deseosa de ver y jugar pelota. “Ayudaban al administrador del Palmar de Junco a limpiar y sacar la basura a cambio de poder jugar al flojo los lunes y viernes después de la cinco de la tarde con un equipo formado por algunos médicos de la ciudad”.
Con 17 años comenzó a trabajar, es cierto todavía era tiempo de incorporar saberes, pero las limitaciones de la época y del hogar impusieron el oficio. No obstante, su pasión continuaba intacta, alternada entonces con las jornadas laborales.
Al triunfo de la Revolución se vinculó a los Juegos Deportivos de los Trabajadores, desde el nivel municipal hasta el nacional. Se desempeñó como entrenador de equipos escolares, juveniles y de primera categoría en la zona occidental.
Hoy, con 80 años, funge como administrador del área infantil El Béisbolito, de ahí que sea común verle tempano en su bicicleta camino al lugar, o encontrarlo en su otra misión, entrenando a niños entre las edades de siete y hasta diez años.
Reconocido por el museo provincial, institución que ha incluido entre sus fondos objetos y fotografías vinculadas a su trayectoria, dijo sentirse profundamente emocionado ante los gestos de agradecimientos de compañeros y representantes del Comité municipal del Partido y la Asamblea del Poder Popular de la ciudad de Matanzas.
Ante la interrogante del resurgimiento de los Cocodrilos, aclaró que “no parece, sino que es el resurgimiento” gracias al empeño de Víctor Mesa, pero también gracias al trabajo precedente, el que hoy continúa “hay que ir al Palmar de Junco para ver la calidad de los que vienen atrás”.
¿Alguna consideración especial al dedicar tantos años a los pequeños?
Solo decir que es una tarea hermosa. Ser activista entre los pequeños me hace sentirme creador. Es todo lo que he hecho en mi vida, por eso después del amor que le profeso a mi familia, ahí está el Béisbol, puede decirse que es mi segundo amor. 



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